Varias veces a la semana, visitamos el camellón de Jinetes, ya sea para correr, caminar o ir a los juegos. El ruido de los coches, el olor a comida, las risas y los gritos de los niños nos acompañan con alegría. Nos gusta ir en familia: echar a los chaparros por las resbaladillas o pasar horas al pie del columpio que se balancea incesantemente a petición de nuestros pequeños dictadores. Tras una larga estadía, visitar la tienda de animalitos: peces, tortugas, perros, patos y conejos. Los niños son inocentes; no ven nada de malo en las jaulas y en el comercio/trato cuestionable de esas pobres +kotas. ¿Un heladito? ¿Una pelí? ¿Una donita o un agua para refrescarnos? Y de nuevo "el eterno forcejeo" para regresar a casa. ¡Qué bonitos son los parques! Un espacio de la infancia al que siempre da gusto regresar.
Música, cine, literatura, traducción, lo cotidiano y mi mayor pasión: ¡babywearing!
22.11.13
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